¡Chau Gato!

¡Chau Gato!

 Ayer estuve en el acto durante las primeras horas de la movilización. El Chau Macri hizo sentirse como el temblor de un gran terremoto. Había,-y hay-, un pueblo hastiado. Cansado de que el pasaje del transporte urbano continúe aumentando. El gas, el agua, la luz y los alimentos.
  El paisaje urbano está mutando nuevamente como en los noventas. O luego del 2001. Veo cada día más gente cartoneando, y viviendo en la calle carroñeando lo que se pueda. ¿Será que realmente es así la vida? Los bocones expertos en economía, se rasgan sus vestiduras tratando de darle un sentido al sinsentido.
  Puteo por lo bajo. Me tienen realmente harto. Tengo la suerte de no haber nacido en un hogar pobre. Muchas veces me encuentro atrapado entre dos mundos. El de una clase privilegiada, y la que siente empatía por las causas nobles. A saberse: repartir más equitativamente la riqueza, mejorar la calidad educativa, y sobre todo, que nadie pase hambre. Nuestro país produce millones de toneladas de alimentos para que semejante situación llegue a darse. Sin embargo, como bien todos lo sabemos, sucede diariamente.
  ¿Macri mintió? Sí, claro. Muchísimo. Fuí, y seré de los que no creen en el neoliberalismo. Nunca rindió beneficios. Salvo para unos pocos. La gente está movilizándose. Esto no da para más gato.
  Gato: el “prostituto” del jefe del pabellón. El que recauda dinero o favores para él. Esa especie de subordinado, sirviente que desprecia a quienes están debajo del jefe, pero que no se reconoce como subordinado, porque su deseo es ser como el jefe. Y entonces, cabe la pregunta: ¿Macri, es el gato del FMI?
  Como creo ser mejor con las imágenes que con las palabras, aquí les dejo mi testimonio del 24 de Septiembre del 2018. El día que el pueblo argentino, le marcó la cancha al gato más grande de este momento en la Argentina.






























Diego Giubergia Photography.
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