"El sujeto de la Fotografía"


Por Maria Alzira Brum

  Contrariando el lugar común, la fotografía no es estática ni congela. El sujeto de la fotografía es movimiento y relación: hacer, experimentar y mirar. Punto de vista. Luz. A veces salta, a veces ondea.

  El sujeto de la fotografía es uno. Quien aparece en la imagen. El fotógrafo. La misma imagen. Usted. El sujeto de la fotografía es muchos. Generalidad y diferencia. Mezcla. Resistencia al objeto, a lo inerte, a lo puro. Es sinónimo, heterónimo, el nombre y lo que nunca acaba de nombrar y nombrarse. Subjetivo. Ni completamente cosa ni completamente aquello de que la cosa carece. El sujeto es el lugar. Éste, todos y otro, que se forma en el trayecto por estas arquitecturas de sombras, volúmenes, texturas. El sujeto de la fotografía es lo contrario de otro rostro en el espejo del mío. Semblante. La cara de un ideograma. Trampa cósmica. El azar encontrado a la vuelta de la esquina. El sujeto no es el centro, sino a la vez el camino y el viaje. Operador y resultado inexacto entre lo que el viajante carga, lo que encuentra y lo que deja. El sujeto de la fotografía es metonimia. Cabellos, brazo, raíz, sombras, trazos, desdoblamientos. Está lleno y vacío. Es el contenido y la forma, tanto cuanto el marco. No es una identidad ni la suma de los yos que confluyen en la imagen. El sujeto de la fotografía es la mitad de la respuesta. La otra mitad es pregunta. Occidente y Oriente. Desidentificado del logo, del logos, del ergo e incluso del verbo, del ser: probabilidad. Oscilación entre el blanco y el negro. Contrariando el lugar común, la fotografía no es estática ni congela. El sujeto de la fotografía es movimiento y relación: hacer, experimentar y mirar. Punto de vista. Luz. A veces salta, a veces ondea. Corta la imagen y el tiempo, y escapa por la misma brecha que la multiplica y recrea. El sujeto de la fotografía no se deja aprehender. Resbala, como la verdad, en la superficie lisa, finita e ilimitada de la imagen.

Este texto sobre la fotografía de Daido Moriyama se escribió especialmente para el proyecto Palavras cruzadas del sector cultural de la Embajada de Brasil en Japón.

Fuente: revista digital El Replicante.
Las fotografías pertenecen al japones


Daido Moriyama.

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